martes, 22 de noviembre de 2011

El debate moderno sobre la humanidad del indio


Bartolomé de las Casas

A través de la Brevísima relación de las destrucción de las Indias de Bartolomé de Las Casas (1484-1566) proponemos analizar con profundidad cómo se opera el desplazamiento del sujeto (giro) hacia el centro de las preocupaciones filosóficas.
El texto fue escrito con un claro propósito: denunciar los métodos de la conquista y pedir la eliminación de su institución: la encomienda.  En síntesis, su objetivo era promover un cambio legislativo que se produjo con la sanción de las Leyes Nuevas.

Para ello, Bartolomé en el texto que proponemos leer, argumenta la humanidad del indio y declara la igualdad sustantiva de los seres humanos, en virtud de pertenecer todos al mismo linaje (todos son hijos de Dios). Las diferencias culturales y de las costumbres son accidentes que no afectan a la dignidad humana. Sí, en cambio, los hombres pueden degradarse de su ser hombres cuando obran movidos por la codicia y la ambición desmedida, y apelan a la esclavitud y la guerra como métodos para alcanzar sus fines egoístas.

Cuando Bartolomé de las Casas denuncia las injusticias y los crímenes cometidos desde la llegada de los españoles a América, apelando por una parte a la sabiduría de las Sagradas Escrituras y por otra a la tradición aristotélico-tomista, llega a conclusiones muy diferentes de las que sostenía quien fuera su contrincante, el humanista clasicista Ginés de Sepúlveda.
Famosa es la controversia entre Bartolomé y Ginés sobre este punto en el célebre debate producido entre 1550 y 1551 en el marco de la denominada Junta de Vallalodid.

Indaga: ¿Cuáles fueron los argumentos de Ginés de Sepúlveda?

Sin duda, Bartolomé estaba apuntando directo al corazón de los intereses de los encomenderos y de la misma Corona e Iglesia respecto de la dominación de América. Y si bien la posición de Bartolomé fue apreciada por la Corona y por el Consejo de Indias hasta comienzos de la década de los 50 (incluso en el plano filosófico-moral representa una revisión a fondo del punto de vista aristotélico-tomista, formalmente respetuoso Bartolomé de la doctrina de los padres de la Iglesia, pero irrespetuoso con el punto de vista aristotélico cuando éste entra en contradicción con sus argumentos en defensa de los indios), más tarde primaría el colonialismo español.

Como bien señala Arturo Roig, el discurso lascasiano pone límites a la afirmación del “yo conquisto” que se instituye como valioso en sentido excluyente. Al reconocer la filiación con Dios del oprimido, permite valorar de qué modo se presenta el reconocimiento del otro como sujeto y sus consecuencias para la filosofía moderna. Si todos los hombres pertenecen al mismo linaje, entonces todos son igualmente poseedores de derechos naturales como la libertad. Y en el marco de esta libertad, que no es sólo interior sino también libertad de posesión de las tierras y los bienes que les pertenecen y necesitan para la reproducción de su vida y su cultura, Las Casas articula un discurso que reconoce al sujeto americano en su diversidad. Aunque es necesario aclarar que tal reconocimiento se inscribe en un discurso que puede denominarse paternalista en cuanto que no discute la necesidad de la conquista y el desarrollo del proceso evangelizador, sino que la plantea en los términos de una pacífica relación de padres-hijos (Crf. Roig, A., 1981: 209 y ss).

¿De qué manera Bartolomé constituye expresión de un giro que se comienza a gestar en la reflexión filosófica? ¿Qué preguntas nos haríamos hoy a partir de lo que nos legó Bartolomé? 
¿Qué discusiones habilita Bartolomé cuando atiende las razones de los otros como expresión de la humanidad y de prueba de la igualdad?


“Dado que ellos se complacen en mantener [...] que, al adorar a sus ídolos, adoran al verdadero Dios [...] y a pesar de la suposición de que ellos tienen una errónea conciencia, hasta que no se les predique el verdadero Dios con mejores y más creíbles y convincentes argumentos, sobre todo con los ejemplos de una conducta cristiana, ellos están, sin duda obligados a defender el culto a sus dioses y a su religión y a salir con sus fuerzas armadas contra todo aquel que intente privarles de tal culto [...]; están así obligados a luchar contra éstos, matarlos, capturarlos y ejercer todo los derechos que son corolario de una justa guerra, de acuerdo con el derecho de gentes” (Bartolomé de las Casas, Apología)

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